Por escrito # 209 Muchos narradores, otros artistas, y hasta deportistas, suelen irritarse cuando se les define como «muy técnicos», como si el hecho de ceñirse a los principios básicos del arte o disciplina en cuestión, y mantener una correspondencia simétrica entre la escena que se prefigura y los términos y recursos que se emplean, fuese un lunar que afeara su actuación. Yo creo que no es así. Incluso autores que en su momento fueron considerados como innovadores, ajenos a los establecimientos, si uno los lee en la totalidad de su obra, encuentra que sus diseños aparentemente crípticos se sujetaban a una elaboración pragmática, y así, esa probable oscuridad sería solo un manto, una tiniebla aparente para deleitar a sus pretenciosos lectores; digamos Joyce, Faulkner o Franz Kafka. La autora que celebramos esta semana construye su novela, un policial contemporáneo, con un andamiaje previsible, dejando que el flujo de incógnitas vaya apareciendo gradualmente mientras av
La carne es el último paraíso perdido e imposible. Francisco Umbral Fruta hendida, bodegón hecho de palabras que se deshojan en la madurez fugaz, voluble y precaria de la vida. Edda Armas nos ofrece en cada verso la visión hermosa de la imagen que ausculta la entidad frágil que nos constituye, entidad que se percibe en caída libre, lenta e inexorable hacia el tramo final al que nos precipitamos como flores alucinadas . La belleza singular de la naturaleza muerta nos revela cómo la voz poética paladea los días envueltos en una rutina demoledora de palabras. La fruta, que es entrega y deseo, también es emblema del instante volátil, del adiós que va sembrando pasados. Fruta hendida nos permite ver la pulpa de su brújula vencida, intentando desamarrar los nudos tramados como epifanías, en una ilusión tantálica donde se apelmazan los abismos. Fruta hendida remite a sabores dulces, a momentos colmados de néctares imposibles en un cuerpo permeado por la incertidumbre de la exis